¡Muy bien, aventureros! Hoy nos vamos de misión por Salzburgo. No sólo caminarás, sino que viajarás en el tiempo. Escalaremos una fortaleza, nos colaremos por un cementerio mágico, encontraremos un tesoro de juguetes antiguos y conoceremos a uno de los músicos más famosos del mundo… cuando aún era un niño, como tú. Así que, en marcha. Pero estate atento: hay historias escondidas en cada esquina.

Primera parada: la Fortaleza de Hohensalzburg. ¿Ves ese gran castillo blanco en lo alto de la colina? Ahí es adonde vamos. Y no, no vamos a subir. Vamos a coger el funicular, un trenecito que sube directamente a la montaña. Es como volar, pero sobre raíles. Una vez arriba, echa un vistazo a las gigantescas murallas, las torres y esas diminutas ventanas donde antes vigilaban los guardias. ¿Quieres saber un secreto? Esta fortaleza nunca fue tomada por los enemigos. Ni una sola vez. ¿Por qué? Porque les asustaba. Dentro, hay una sala con un espeluznante muñeco sentado con una armadura (no te preocupes, no se mueve). Incluso hay un viejo órgano que toca solo. Si escuchas con atención, puede que oigas al «Toro de Salzburgo»: sin cuernos, sólo música. A ver si encuentras la torre más alta. ¿Cuántas ciudades puedes ver?

De vuelta a la colina, entramos de puntillas en el Cementerio de San Pedro. Sí, un cementerio, pero no te preocupes, no da miedo. Es tranquilo y está lleno de flores, pájaros y… sorpresas ocultas. Fíjate en las lápidas: algunas tienen rejas de hierro, otras están talladas con símbolos. Intenta encontrar la que tiene un arpa. Eso significa que alguien amaba la música. Aquí está enterrada la hermana de Mozart. Se llamaba Nannerl y tocaba la música igual que su hermano. Ahora mira hacia arriba: ¿ves esas cuevas en el acantilado? Allí vivían los monjes. O quizá dragones. Depende de a quién preguntes.

¿Listo para jugar? Siguiente parada: el Museo del Juguete. Aquí es donde saltamos a un mundo de peonzas, canicas de carreras, marionetas y diversión de la vieja escuela. Algunos juguetes tienen 300 años. Con otros puedes jugar ahora mismo. Hay toda una planta donde las cosas se mueven: dominós, ruedas, máquinas extrañas. ¿Quieres un reto? Intenta construir la torre de bloques más alta que puedas. Pero aquí está el truco: tiene que mantenerse en pie durante 10 segundos. ¡Adelante!

Ahora caminemos hasta Getreidegasse. Esta calle es como una búsqueda del tesoro. Encima de cada tienda hay colgado un cartel metálico. Uno tiene una bota, otro un unicornio. ¿Por qué? Porque hace mucho tiempo, la gente no sabía leer, así que utilizaban dibujos en su lugar. Tu misión: encontrar el pretzel dorado, la llave y el león antes de que lleguemos a la siguiente parada.

Y aquí estamos: Número 9 de la Getreidegasse: la Casa Natal de Mozart. Nació aquí cuando la calle era ruidosa y bulliciosa, llena de carros, gallinas y música. Mozart empezó a tocar el piano a los tres años. A los seis ya componía. Una locura, ¿verdad? Puedes ver su pequeño violín, sus cartas, incluso la habitación donde probablemente escribió su primera pieza. Intenta inventar tu propia melodía en tu cabeza ahora mismo. Cinco notas. ¿Puedes tararearla sin repetir ninguna?

Última parada: Palacio y Jardines de Mirabell. Este lugar parece un patio de recreo real. Estatuas de héroes y criaturas custodian los caminos, las flores se alinean como soldados y en el centro -fíjate en esto- hay un unicornio. Intenta correr por el laberinto de setos sin perderte. ¿Y ves esos escalones? Ahí es donde una señora llamada María y unos niños cantaban una canción llamada Do-Re-Mi en una famosa película. ¿Nunca la has oído? Pregunta a tus padres: puede que incluso la canten contigo. Apuesto a que no puedes cantarla y subir las escaleras al mismo tiempo.

Eso es todo, exploradores. Pero no te preocupes, la ciudad aún tiene más secretos. Escucha con atención. Salzburgo siempre tararea una melodía, y ahora tú formas parte de ella.