Viena

Viena es el tipo de ciudad que podría dibujar un niño fantasioso: un torbellino de palacios increíblemente fastuosos, parques llenos de locura, carruajes tirados por caballos que recorren majestuosos bulevares y salas de conciertos doradas e iluminadas con lámparas de araña y cafés de lo más opulento. Ningún lugar puede compararse con la capital austriaca en cuanto a grandiosidad, pero como tal puede parecer un decorado de película de una ciudad que pretende impresionar más que enamorar.

Paseando por el centro histórico de Viena, la Innere Stadt, el siglo XXI puede parecer un sueño lejano. Pero como en todos los buenos cuentos de hadas, hay un giro.
La Viena de la música clásica y la fastuosidad de los Habsburgo es sorprendentemente vanguardista cuando se desvía de la ruta turística habitual. Sumérjase en los barrios menos conocidos, pasee por los cafés de las callejuelas, sienta el ambiente veraniego en la Isla del Danubio, curiosee por los mercados de los agricultores o participe en excursiones de interés social y descubrirá un lado mucho más progresista de la ciudad. Es esta capacidad para bailar el vals entre el pasado y el presente, entre lo urbano y lo natural, lo que sitúa a Viena una y otra vez en lo más alto de las listas de las ciudades más verdes, habitables y agradables del mundo.