El centro histórico de Roma es un escenario donde emperadores, artistas y revolucionarios han dejado su huella. Cada plaza, columna y fuente susurra historias de poder, ambición y genio artístico. Este recorrido te lleva por un laberinto de antiguas ruinas, obras maestras barrocas y animadas plazas, lugares donde la historia no está atrapada en los museos, sino que vive al aire libre.
Fuente de Trevi
El sonido del agua y la visión de una deslumbrante fuente de mármol blanco te reciben al llegar a la Fontana di Trevi. Construida en el siglo XVIII por Nicola Salvi, esta obra maestra barroca se alza al final de un antiguo acueducto romano. En su centro, el dios Océano comanda un carro tirado por caballos marinos, cada uno de ellos guiado por un Tritón. La tradición dice que si arrojas una moneda por encima del hombro a la fuente, volverás a Roma. Cada año se recaudan en la fuente más de un millón de euros, que se donan a obras benéficas.
Plaza Colonna
Un corto paseo nos lleva a la plaza Colonna, llamada así por la imponente Columna de Marco Aurelio. Este monumento del siglo II cuenta la historia de las campañas militares del emperador en intrincadas tallas que ascienden en espiral. Con vistas a la plaza está el Palazzo Chigi, la residencia oficial del Primer Ministro italiano, que añade una presencia política moderna a este espacio histórico.
Plaza de Pietra
Una joya oculta en las cercanías, la Piazza di Pietra alberga los restos del Templo de Adriano. Sus grandiosas columnas, que ahora forman parte de un edificio posterior, son un recuerdo del pasado imperial de Roma. El templo se construyó en honor del emperador deificado Adriano y en su día fue un símbolo del poder de Roma. Hoy, la plaza ofrece un ambiente más tranquilo e íntimo en comparación con la bulliciosa ciudad que la rodea.
Plaza Navona
Una de las plazas más animadas de Roma, la Plaza Navona sigue el trazado de un antiguo estadio romano. Construido para competiciones atléticas en el siglo I d.C., más tarde se convirtió en un centro de arquitectura barroca. La pieza central es la Fuente de los Cuatro Ríos de Bernini, donde las personificaciones del Nilo, el Danubio, el Ganges y el Río de la Plata rodean un imponente obelisco. La plaza está siempre llena de artistas callejeros y cafés que se empapan de su vibrante atmósfera.
Panteón
A pocos pasos se alza el Panteón, una de las estructuras más asombrosas del mundo. Construido por el emperador Adriano hacia el año 126 d.C., su enorme cúpula sigue siendo la mayor cúpula de hormigón no armado jamás construida. El óculo, una abertura circular en la parte superior, deja entrar la luz natural y la lluvia, creando un espacio interior dinámico. Originalmente era un templo a todos los dioses, pero ahora sirve como iglesia y lugar de descanso final de figuras como Rafael y los primeros reyes de Italia.
Iglesia de San Ignacio de Loyola
Escondida en una calle lateral, la Iglesia de San Ignacio alberga una de las ilusiones ópticas más sorprendentes de Roma. Andrea Pozzo, maestro de la pintura en perspectiva, creó un fresco en el techo que da la ilusión de una cúpula arquitectónica donde no existe. La ilusión es tan convincente que los visitantes suelen buscar la cúpula inexistente antes de darse cuenta de que han sido engañados por el arte.
Galería Doria Pamphilj
Una parada menos conocida pero extraordinaria es la Galleria Doria Pamphilj, una colección de arte privada alojada en un palacio de una familia noble. Paseando por sus salas ricamente decoradas, encontrarás obras de Caravaggio, Rafael y Velázquez. Lo más destacado es el retrato del papa Inocencio X, de Velázquez, un cuadro tan sorprendente que se dice que el propio papa lo encontró inquietante.
Plaza Venecia
La Plaza Venecia es una de las intersecciones más concurridas de Roma, dominada por el imponente monumento de mármol blanco a Víctor Manuel II. Conocido como el Altar de la Patria, esta enorme estructura honra al primer rey de Italia y la unificación. En su base, la Tumba del Soldado Desconocido arde con una llama eterna, custodiada por soldados en solemne homenaje.
Monumento a Víctor Manuel II
A menudo llamado la «tarta nupcial» por su diseño en capas, el monumento a Víctor Manuel II ofrece una de las mejores vistas panorámicas de Roma. Si tomas el ascensor hasta la cima, la ciudad se despliega ante ti, con el Coliseo, el Vaticano y los tejados de Roma extendiéndose en la distancia.
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