Venecia ha inspirado a innumerables artistas, pero pocos la plasmaron como Canaletto. Sus cuadros son como máquinas del tiempo, que muestran los canales, palacios y plazas de la ciudad con asombroso detalle. Nacido en 1697 como Giovanni Antonio Canal, Canaletto convirtió las escenas cotidianas venecianas en obras maestras, jugando con la luz, los reflejos del agua y la perspectiva. Su obra era popular entre los viajeros británicos del Grand Tour, que querían un recuerdo pintado de Venecia antes de que existiera la fotografía. Hoy, sus pinturas nos ayudan a ver la ciudad tal como era en el siglo XVIII. Paseemos por Venecia siguiendo sus pinceladas. Al pararte en estos lugares hoy, puedes comparar sus pinceladas con el presente, encontrando los detalles que conectan pasado y presente en esta ciudad de agua y luz.
El Puente de Rialto ya era un icono en la época de Canaletto. Sus cuadros lo muestran lleno de mercaderes, gondoleros y nobles, enmarcado por los grandes palacios que bordean el canal. Construido en piedra a finales del siglo XVI, el puente sustituyó a versiones anteriores de madera que se habían derrumbado.
Canaletto pintó Rialto desde distintos ángulos, captando siempre la energía del centro comercial de Venecia. Una de sus obras, El Gran Canal mirando al noreste desde el Palacio Dolfin-Manin hasta el Puente de Rialto, ofrece una amplia perspectiva del canal, dirigiendo la mirada hacia el emblemático puente.
Escondida cerca del Gran Canal, Santa Maria del Giglio no siempre figura en los itinerarios turísticos. Pero Canaletto pensó que merecía la pena pintarla, especialmente su ornamentada fachada barroca.
En su obra, la iglesia resplandece contra el cielo veneciano, y sus elaboradas esculturas proyectan sombras que dan profundidad a la escena. La fachada es un homenaje a la familia Barbaro, decorada con estatuas e incluso un mapa tallado en relieve de sus batallas navales. En el interior, la iglesia alberga un cuadro de Pedro Pablo Rubens, pero Canaletto se centró en el exterior: las texturas de la piedra, la forma en que la luz incidía en los detalles. Es un recordatorio de que, en Venecia, incluso una iglesia pequeña puede ser una maravilla arquitectónica.
Ningún artista podía resistirse a pintar la plaza de San Marcos, y Canaletto no fue una excepción. Sus obras muestran la basílica resplandeciente a la luz del sol, el Campanile en lo alto y la plaza llena de gente.
Una de sus obras más famosas, La plaza de San Marcos mirando hacia el este, ofrece una visión casi fotográfica de la plaza. Lo sorprendente es lo poco que ha cambiado. Los mismos soportales, los mismos cafés, aunque en la versión de Canaletto había menos turistas y más venecianos en plena faena. Captó los rituales de la ciudad, desde los puestos del mercado hasta las familias nobles que paseaban bajo los arcos. Incluso las sombras son precisas y nos indican qué hora del día era cuando pintó.
Si alguna vez te has parado en el Puente de la Paglia y has hecho una foto del Puente de los Suspiros, enhorabuena: has copiado la perspectiva de Canaletto. Su cuadro Las Cárceles y el Puente de los Suspiros es uno de los primeros en inmortalizar esta vista.
El Puente de los Suspiros conectaba el Palacio Ducal con la prisión. Los prisioneros condenados dentro del palacio cruzaban el puente, echando su última mirada a Venecia antes de desaparecer entre rejas. La versión de Canaletto no se centra en el drama, sino en el contraste de luces y sombras, las elegantes líneas del palacio y la quietud del agua. Es un raro momento de quietud en una ciudad llena de movimiento.
Canaletto no sólo pintó el lado glamuroso de Venecia, también captó su poder. El Arsenal era el corazón palpitante de la marina veneciana, donde se construían barcos a un ritmo industrial. En La entrada al Arsenal, representó la gran puerta, custodiada por estatuas de leones y flanqueada por el agua, destacando la fuerza militar de Venecia.
El Arsenal se adelantó siglos a su tiempo. Los barcos se ensamblaban en un sistema de producción en cadena que permitió a Venecia dominar los mares. El cuadro de Canaletto muestra un momento de la historia en el que Venecia aún era una potencia marítima. Hoy, el Arsenal está más tranquilo, se utiliza para exposiciones durante la Bienal, pero su importancia perdura en cada ladrillo.
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